Una segunda oportunidad, una segunda vida…

De las diversas situaciones en las que nos pone la vida, probablemente el “tener que nacer de nuevo” sea la más difícil. Se trata de un nacimiento que, como todos, comporta dolores de parto. Pero a diferencia de aquel  primer nacimiento por el que vinimos al mundo, y en el que el mayor esfuerzo lo hizo nuestra madre, en éste caso somos nosotros quienes debemos parirnos. descarga-1

Hay diversos signos que van marcando nuestra necesaria “muerte a la primera vida”, y que son una invitación a una segunda etapa: La muerte de nuestros padres, los amores frustrados, las relaciones fracasadas, los proyectos no-logrados o hundidos, el sin-sentido de la vida que cala hondo. Algunas de esas experiencias hacen que emerja la evidencia de que algo se agotó en nosotros. Algo funcionaba y dejó de hacerlo. Sin embargo, entre que lo que está ocurriendo y hasta que aceptamos que ello nos duele, pasa un tiempo… a veces, largo. No es fácil aceptar que algo se termina y debe ser cerrado, y que algo nuevo puede empezar; si queremos, sólo si queremos….

Solemos preferir lo viejo conocido, por malo, angustiante o vacío que sea, a algo nuevo y desconocido. Nos armamos una batería argumentativa acerca de por qué conviene que permanezcamos como estamos y no hagamos cambios…. Pero nuestro corazón sabe que algo no cierra y que la vida real está lejos de esos argumentos anestésicos con los que elegimos consolarnos….

Soltar y dejar fluir la vida…

Soy consciente que esta frase puede resultar muy remanida y a veces hasta vacía. Sin embargo no encuentro otra expresión que describa mejor la necesidad de no aferrarnos al pasado y dejar que la vida sabiamente siga su curso y nos regale nuevas cosas. Soy creyente –como se debe advertir por mis escritos- y mi fe es un gran apoyo para saber (y sentir) que Dios me acompaña siempre. Aún así, paso por el mismo vértigo, la misma incertidumbre y el mismo terror a que el futuro no sea mejor que lo que dejo atrás…47c Porque en definitiva la esperanza no se basa solo en la fe, sino también en la capacidad que tengamos de entregarnos.  Entregarnos con confianza a lo que ha de venir…  Eso sí es verdadera fe.

Recuerdo que al morir el último de mis padres, sentí que perdía los cimientos de mi vida; que ya no había a quién recurrir ante la necesidad. De alguna manera todo estaba en el mismo lugar pero a la vez todo cambiaba. Sentía que empezaba otra vida, la misma en la mayoría de los sentidos, pero diferente en un aspecto esencial: debía aceptar que mi vida era lo suficientemente sólida como para ser soportada por los cimientos que yo mismo había construido con tanto esfuerzo y dedicación. Aquellos cimientos paternos y maternos  quedarían atesorados en mi corazón como ejemplo y recuerdo de lo hecho, lo vivido y lo compartido.

Nuestros apegos son los más sutiles engaños que, como madreselvas, nos envuelven y nos atan. Asumirnos como seres que quieren renacer, es asumir que elegimos despojarnos de esas vegetaciones hermosas pero limitantes, y que elegimos caminar siendo lo que elegimos ser.

Debemos parirnos a nosotros mismos. Por primera vez, no tendremos un útero ajeno que nos cobije, y una madre que puje y sufra por nosotros. En ésta oportunidad el trabajo de parto y los dolores son nuestros. El gozo y el orgullo,   también. Pero es una tarea que nadie puede hacer por nosotros.  Somos parturientos convencidos de la bondad de ésta empresa, y nos empeñamos en traer vida nueva a nuestro presente. bebe-recien-nacidoHe visto a muchos seres queridos, muy queridos, detenerse en su 1ª vida y aferrarse a todo aquello sin poder advertir que allí ya no había nada –ni nadie- que les nutriera y les sirviera. Sus miedos fueron más fuertes. Realmente los comprendo. Yo mismo me sentí un “trapecista sin red” en muchos momentos de ésta etapa de mi vida: hay momentos donde los otros  sobran, y las certezas y seguridades faltan. Es un tránsito entre lo viejo que cae y lo nuevo que aún no llega… ¡cuánto vértigo!!!  Algunos de ellos se han dejado paralizar por el miedo al futuro o sencillamente por el miedo a sufrir, otros siguen luchando contra las injusticias de aquella primera vida creyendo que de alguna manera, ésta les devolverá lo que antes no pudo darle.

El pasado es un recuerdo (doloroso o injusto, quizás), pero recuerdo al fin; el futuro es una suma de posibilidades sin concreción, una hendidura sedienta de infinito que espera ser concretada; sólo el presente es real. Es lo más real que tenemos. Es lo único que tenemos entre manos y que por lo gral se nos escapa como “agua entre los dedos” por nuestras resistencias a dejarnos transformar por la vida fluyente.

amor-1

Yo no soy mi pasado, aunque parte de lo que soy hoy, se explique por lo que fui; no soy mi futuro ni mis proyectos, ellos permanecen aún en estado embrionario sin saber si podrán ganar la batalla de la vida y ver la luz. Yo soy el presente. Este que soy hoy. Éste que gime dolores de parto para poder nacer a una vida nueva… éste que se siente aterrado por no saber cómo será vivir una vida distinta sin echar mano a los viejos patrones….éste que teme fracasar, el que teme no-poder y no-saber. Con miedos, dudas e inseguridades, sigo siendo yo, el mismo de siempre, pero en mi 2ª vida, aquella que me vino por haber tenido el coraje de pujar, sufrir y gritar… para que lo nuevo llegue y la vida adquiera un nuevo sentido. No hay garantías en esta segunda vida, como tampoco las hubo en la Primera. Sí hay una certeza: esta vida está escrita totalmente por mí, de principio a fin. Por tanto el protagonismo es mío; en el arte de la vida, yo soy el artista que imprime su sello y su toque original a lo que ha de venir…

Ánimo…

Buen parto, buena 2ª vida…!!!

1 comentario en “Una segunda oportunidad, una segunda vida…”

  1. Una vez más, totalmente agradecida por recibir tus escritos, Mario. Que Dios continúe bendiciendo tus pasos, y te asista al momento de acompañar a otros en su camino… Gracias!!! Y hasta un próximo escrito!!!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *