Amar es habitar en el corazón de otros. Lo que hace tan maravilloso al amor es que justamente supone un éxodo desde nuestro deseo hacia el encuentro con el deseo de los otros. No basta mi deseo, necesito salir de mí mismo hacia el encuentro del otro. Trascendencia, le solemos decir…
Amar es un poco echar raíces en la vida de otros, y permitir que otros lo hagan con nosotros. Pero solo se puede habitar en lugares donde hay espacio. Si no hay espacio, no hay posibilidad de habitar y por lo tanto no hay espacio para amar en plenitud. En nuestra sociedad vivimos en épocas de corazones cercados, a veces incluso amurallados. Allí es imposible entrar. A veces ni siquiera es posible asomarse sin que el dueño de casa active las alarmas y eche los perros guardianes para evitar una intromisión. Curiosamente algunos de esos individuos son los mismos que desde sus puertas, minutos antes, saludaban e invitaban a acercarse. Suele ocurrirles como a las vírgenes del evangelio: fueron invitados a una fiesta para la que ya no les queda aceite; el aceite de la apertura y la acogida de corazón que abre al misterio del encuentro y del amor.
Invertimos gran parte de nuestra vida en acondicionar nuestras vidas y nuestros corazones para el confort y la autosatisfacción. Nos creemos el cuento de una vida de independencia total y sin la NECESIDAD de los demás. Así vamos por la vida, llenos de oropeles y excusas autojustificatorias para no involucrarnos y no, quizás, sufrir.
¿Es posible amar allí donde no hay espacio?Ciertamente es muy difícil. Si no hay espacio para entrar en la vida de otro, menos habrá espacio para construir, ni para revelarme y ni siquiera habrá espacio para que pueda ser yo mismo sin quedar reducido a un objeto de su confort.
Si no hay un YO es imposible que haya un TÚ y por lo tanto jamás podrá constituirse un NOSOTROS. El amor parte de la individuación (yo soy este), camina hacia la alteridad (tu eres tú) y juntos nos asumimos como diferentes pero podemos elegirnos en esa diferencia.
El amor se vuelve así un espacio compartido donde ambos somos capaces de abrir nuestros pequeños mundos para que entre el otro.
Amar es elegir, abrir espacio, dejar entrar y decidirme a ingresar yo mismo en otra sagrada vida humana.
Increible!